Jimena Rodríguez
El mundo del tenis quedó atónito ante la decisión de Naomi Osaka. La número 2 del mundo no solo se sumó a una corta lista de atletas que en los últimos años han decidido hablar sobre su propia salud mental, sino además es la única jugadora de primer nivel que abiertamente optó por bajarse de un torneo de la categoría de Roland Garros y alejarse un tiempo de las canchas por ello. Tras batallar con depresión y ansiedad (que escenarios como enfrentarse a la prensa tras cada victoria o derrota incrementan), su bienestar es lo que más importa. Recibió apoyo de todo tipo de atletas, pero no a todos les pareció correcta su decisión.
La falta de humanidad en redes sociales no me sorprende, pero ver a un gran sector de la prensa juzgar a la ganadora de cuatro Grand Slams, solo hace que pierda un poco más la fe en esta industria superficial que se alimenta de la polémica y clics. En verdad parece que algunos olvidan que son seres humanos antes que deportistas. Viven bajo un estigma en que no pueden mostrar su vulnerabilidad y, cuando lo hacen con su desempeño, los cuestionamientos resultan peores. Sin contar que en un mal día laboral se tienen que enfrentar una y otra vez a las mismas preguntas de la prensa. Yo he estado ahí, nadie me lo cuenta.
Naomi fue coherente y prefirió no competir con dicha presión y abrió un nuevo camino que puede brindar confianza a otros atletas a hablar del tema. El coraje de Naomi es de aplaudirse. Retó la noción de que los atletas solo deben hablar de su deporte y que deben ser perfectos tanto en mente como en cuerpo. Un segundo paso será dialogar frente a frente con los encargados del tour para buscar cómo sobrellevar este tipo de casos. Tras una pésima reacción inicial de la FFT ante la situación, los cuatro Grand Slam prometieron en un comunicado tomar en cuenta a partir de ahora problemas psicológicos de los jugadores. Por supuesto que la comunicación entre medios y atletas debe continuar porque somos un ente fundamental que ayuda a mantener a cada deporte, les damos visibilidad, pero a sus 23 años, Naomi le está gritando al mundo que esto es importante. ¿Por qué no escuchar?