Una de las funciones sociales de las cooperativas es generar mecanismos de autoempleo, donde la gente se asocia con personas que tienen el mismo problema; montan una empresa de carácter social, trabajan en forma colectiva, generan un producto o servicio que buscan colocar en el mercado. Después tienen un ingreso que se reparten de manera proporcional al trabajo que cada quien aportó.
En un momento de profunda crisis económica, dificultad para acceder al crédito y un mercado reducido, cuando los problemas para los emprendedores aumentan, el cooperativismo podría perfilarse como una opción para poner en marcha proyectos, sobre todo para aminorar el desempleo o dar cabida laboral a quienes están próximos a incorporarse al mercado laboral y que no tienen capacidad económica, pero sí ideas innovadoras, pero son desdeñados.
Sin pedirle al gobierno, ni depender de apoyos altruistas, la gente organizada de manera autónoma, es capaz de resolver un problema fundamental como es el empleo y la obtención de ingresos.
Los países nórdicos y anglosajones tienen una mayor tradición en el corporativismo. En México no es un concepto nuevo, data desde 1872; es decir, más de un siglo y medio, pero su evolución ha sido diversa.
“Durante el gobierno de Lázaro Cárdenas se vivió un auge; tras establecerse el modelo neoliberal el cooperativismo vino a menos. Desde entonces su situación es de sobrevivencia, pero está ahí y tiene un gran potencial”, afirmó Juan José Rojas, investigador de la Universidad Autónoma Chapingo y especialista en cooperativismo.
De acuerdo con Rojas, quien elaboró un estudio para la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), en el país operan 18 mil 38 cooperativas a nivel nacional y están asociados 8 millones 875 mil 186 personas.
“No es una cantidad menor. La población en nuestro país que está organizado en cooperativas representa 7.4 por ciento. Es un porcentaje modesto si se compara con otros países como Argentina, que oscila entre 20 y 25 por ciento; Costa Rica, 15 y 18 por ciento; Colombia y Brasil, 15 por ciento. No está en un nivel alto, pero 7.4 por ciento es significativo y con potencial”, reconoció el especialista.
Pese a su potencial como motor económico el Instituto Nacional de la Economía Social le ha reducido los apoyos. De acuerdo con datos de los pasados cinco Presupuestos de Egresos, en 2016 se destinaron 253.5 millones de pesos; para 2018 le asignaron 238.3 millones; y para 2020 y 2021, 179.6 millones y 172.4 millones, respectivamente.
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