Luis Hernández, conocido por ser uno de los mejores ex futbolistas de México, también fue famoso por ser travieso con sus compañeros, pues tanto en los vestidores como en las concentraciones era bien conocido por sus constantes bromas.
El Matador contó una de sus miles historias en un Instagram Live con Félix Fernández, la cual al final no terminó bien y es que junto a Manuel Sol le quisieron jugar una broma a Ricardo Peláez, con quien compartió vestidor en Necaxa.
Esta historia salió luego de que el ex portero del Atlante le leyera un fragmento de su libro «Guantes Blancos: Personajes del futbol», por lo que Luis decidió contar su ‘verdad’ de esta travesura que le jugaron al ahora directivo de Chivas, quien los invitó a una fiesta a su casa.
«Dentro de esa historia que acabas de contar muy propia, íbamos mi compadre (Manolo Sol) y yo, llegamos como a las 8:30 o 9, ya estaba la casa llena; nos divertimos en la fiesta»
Luis Hernández relató que en la casa de Peláez había una vitrina como «40 o 50 patos, de Italia, de España, de Puebla, de todos lados, mi compadre fue el que dijo: ‘vamos a chingarle unos patitos y mañana se los ponemos en el locker’, y bueno, nos chingamos como entre 10 y 12 patos, te los podías echar a la bolsa».
Aunque, posiblemente el ‘karma’ fue inmediato para El Matador, pues cuando llegó a su casa en Satélite sufrió un secuestro exprés, en el que lo despojaron de su camioneta, le sacaron dinero de sus tarjetas, robándole los patos y terminó aventado en Iztapalapa.
«Me fui yo a mi casa, allá en Satélite; en frente de la casa donde yo había vivido oigo un chiflido, apenas me voy bajando me encañonan unos tipos, me pasan para atrás, yo tenía una camioneta blanca, una Silverado, me empezaron a decir de cosas, que me identificara, me identifiqué, como a los 20 minutos tú dices ‘ya chingue a su madre, lo que sea’, y empiezas a cotorrear con ellos».
Mientras lo paseaban por la ciudad, el ex seleccionado nacional siempre fue con los ojos vendados, aunque los secuestradores le agradecían que estuviera cooperando.
«Les di mis tarjetas, fueron a sacar dinero, después me llevaron a una casa, siempre todo el tiempo tapado de los ojos; cuando me botan por Iztapalapa, me dieron 100 pesos para el taxi y me fui al hotel Paraíso Rayos, ahí nos concentrábamos; al otro día hice la denuncia.El chiste es que me robaron la camioneta, unas cámaras que habíamos comprado, pero lo más lamentable es que también nos robaron los pinches patos».
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Luis comentó que se fue a disculpar con Ricardo Peláez por los patos que habían sustraído de su casa, quien les respondió: «qué bueno hijos de su pinche madre, eso les pasa por ojetes».
Luego de sufrir este secuestro, Luis Hernández no volvió a su entonces casa, vivió un tiempo en el hotel antes de cambiarse de lugar.
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