Sepa La Bola
Lealtad o ambigüedad estratégica en la Corte
Claudia Bolaños
En vísperas de la elección judicial, hay quienes libran batallas abiertas y quienes prefieren moverse con sigilo. Mientras las ministras Loretta Ortiz y Lenia Batres enfrentan una embestida mediática y judicial orquestada por intereses empresariales, la ministra Yasmín Esquivel parece moverse con una calculada discreción.
Es sabida su cercanía con la 4T,. es algo innegable, y de ahí que últimamente en la Corte hay varios cuestionamientos: ¿es una operadora del oficialismo o una pieza útil para la oposición ahora que busca comandar el máximo tribunal?.
De dónde salió eso. Hay por lo menos tres episodios son los detonantes.
A finales de febrero, presentó el proyecto para determinar la validez del doble cobro del IVA a empresas maquiladoras. Sin embargo, el resultado de la presentación de dos proyectos contradictorios y una tensa discusión con sus homólogos llevó a posponer el tema que, a decir de los togados, no solo atrasa la necesidad de dar certeza jurídica, sino que también merma la certeza en materia de inversiones nacionales y extranjeras.
El otro golpe vino en la disputa por tres de los cinco asientos del Órgano de Administración Judicial. Fuentes revelan que dos ya estaban repartidos: Norma Piña colocaría a alguien de su equipo y Alberto Pérez Dayán aseguraría un espacio tras respaldar al oficialismo en la reforma judicial. Esquivel se volvió la pieza clave.
Su voto era el octavo necesario para concretar el pacto, a cambio de quedarse con la última plaza disponible.
Sin embargo, la ausencia del ministro Juan Luis González Alcántara y la denuncia pública de la maniobra frenaron el acuerdo. El llamado “albazo”, como lo calificaron desde Palacio Nacional, quedó en evidencia; lo irónico es que venía de una ministra que se jacta de ser oficialista.
La última pieza en el ajedrez ocurrió en el caso de cobro de ISR cuando se sumó a la estrategia de la oposición para impedir que la ministra Lenia Batres participara en esa discusión, quien, según encuestas, se posiciona como la segunda puntera en la elección judicial del 1 de junio.
La primera ministra de la Corte designada en tiempos de la 4T habla de unidad a la par que se mueve con cautela, negocia y deja en el aire una pregunta: ¿puede una ministra darse el lujo de acordar con quienes quisieron y siguen queriendo frustrar la reforma judicial?
Hay muchos que piensan que su estrategia la blindará, pero en una época de definiciones, siempre resulta que aliarse con el rival puede costar caro.
