Las tecnologías digitales están transformando rápidamente las sociedades a nivel global, lo cual permite avances sin precedentes para mejorar nuestros entornos y las vidas de las mujeres y las niñas. Sin embargo, también dan lugar a nuevos desafíos que pueden perpetuar y profundizar las desigualdades entre hombres y mujeres.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) informó que, a nivel global, los hombres tienen 25% mayor probabilidad de adquirir los conocimientos y habilidades para usar la tecnología que las mujeres.
En América Latina, 40% de las mujeres no están conectadas o no pueden pagar el acceso a Internet. Estos retos son particularmente agudos si además se consideran otras circunstancias y condiciones de vulneración como la pobreza, discriminación, racismo y situación migratoria, entre otras.
En México, 63% de las mujeres que no usan Internet reportan que la principal razón es que no tienen los conocimientos para hacerlo. Además, en el ciclo escolar 2021-2022, solo 23.67% de personas inscritas en licenciaturas del área de Tecnologías de la Información y Comunicación, fueron mujeres.
Es por esto que, en el marco del Día Internacional de la Mujer y bajo el lema “Por un mundo digital inclusivo: Innovación y tecnología para la igualdad de género”, Naciones Unidas hizo un llamado a todos los sectores a eliminar las brechas que privan a mujeres y niñas a acceder plenamente a la era digital, y a realizar acciones para que la tecnología promueva y facilite su participación en la ciencia, innovación y en los propios desarrollos tecnológicos, contribuyendo así a ampliar las oportunidades de las mujeres y niñas en toda su diversidad.
Si bien el acceso a Internet y a dispositivos electrónicos es una condición necesaria en la vida diaria de las personas, éste no es suficiente para obtener los beneficios de las tecnologías digitales. La brecha digital también implica la falta de habilidades para acceder, consultar, producir y analizar datos, información y contenidos, lo cual se ha convertido en una nueva forma de exclusión social equivalente a lo que hace 30 años era no saber leer y escribir.
De igual forma, la distribución desproporcionada en las labores de cuidado, que en su mayoría desempeñan mujeres y niñas, obstaculiza sus posibilidades de participar en el mercado laboral del mañana, que cada vez es más digital y está más vinculado a la tecnología.
La realidad actual confirma que las desigualdades en el campo de la tecnología impactan de manera desproporcionada a las mujeres.