Inspirados en la ancestral tradición de muertos y en honor a las personas que fallecieron a causa del Covid-19.
Comerciantes establecidos comenzaron a colocar sus ofrendas y altares en el centro de la ciudad con aserrín de colores, papel y madera picados, flores de hojas de maíz y de cempasúchil, más de mil flores de papel crepé y calacas, todo hecho a mano en familia y con el apoyo de amigos y trabajadores.
Incorpora también los objetos favoritos del difunto, lo que ayudará a recordar momentos de su vida.
Llevará también las famosas calaveritas de azúcar, que representan el sentido del humor con que los mexicanos vemos a la muerte, y que actualmente también se ponen de chocolate o de amaranto.
Un camino de flores también incluye la ofrenda, formada con pétalos de flores de cempasúchil para guiar a nuestros muertos al altar.