Autoridades mexicanas detuvieron este martes a Rosalinda González Valencia, la esposa del fundador del temido CJNG. Con esto, el único de la familia Oseguera González que está libre es “El Mencho”. Sus dos hijos también están en la cárcel.
La captura de la cónyuge de uno de los narcotraficantes más buscados por EE UU y México, acusada de lavado de dinero y delincuencia organizada, supone un duro golpe al poderoso cartel Jalisco Nueva Generación.
El Gobierno mexicano ha asestado un duro golpe a uno de los cárteles más poderosos del país, el de Jalisco Nueva Generación. Rosalinda González Valencia, esposa de su líder, Nemesio Oseguera Cervantes, alias El Mencho, ha sido capturada este lunes en un operativo contra el grupo en el bastión del cártel, Zapopan, a las afueras de la capital del Estado, Guadalajara.
El narco más buscado por la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA) por quien la institución ofrece 10 millones de dólares de recompensa continúa en paradero desconocido, mientras las autoridades mexicanas y estadounidenses acorralan en los últimos días a sus más cercanos colaboradores.
La captura de González Valencia supone un nuevo gancho a la organización criminal que, junto a su principal rival, el cartel de Sinaloa, controlan el tráfico de estupefacientes hacia el norte y han sembrado de cadáveres el territorio nacional.
González Valencia ha sido detenida solo unos días después de que su hermano, José González Valencia, fuera extraditado a Estados Unidos desde Brasil.
El presunto miembro de Los Cuinis, organización identificada por las autoridades mexicanas como el brazo financiero del cartel Jalisco, está acusado de tráfico de drogas y declaró ante la Justicia estadounidense el viernes pasado.
Otro de los hermanos, Abigael González Valencia, líder de Los Cuinis fue detenido en 2015 en Puerto Vallarta y permanece en una prisión federal desde entonces y se ha convertido en testigo colaborador de la Fiscalía en el caso de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos.
La familia se ha dedicado al lavado de dinero de uno de los cárteles más poderosos del país, según la información de la DEA.
Rosalinda González fue detenida en mayo de 2018 también en Zapopan, poco antes de que el presidente Andrés Manuel López Obrador ganara las elecciones y en el marco de la guerra del anterior Gobierno de Enrique Peña Nieto contra el cartel Jalisco.
En septiembre fue puesta en libertad tras pagar una fianza de 1,5 millones de pesos (unos 72.000 dólares).
Y en junio de este año un juez federal la vinculó a proceso de nuevo por estar relacionada con una red de 73 empresas que blanquearon 1.100 millones de pesos para el cartel entre 2015 y 2016.
De poco sirvió la audiencia, pues el magistrado concluyó que no había elementos de prueba suficientes y quedó de nuevo en libertad.
Tras la primera captura ni siquiera se había trasladado a otro lugar.
Este municipio a las afueras de Guadalajara, sacudida en los últimos años por batallas intestinas entre el poderoso cartel y sus rivales, supone para el grupo criminal el bastión donde mueven los hilos de su imperio de forma impune, al menos hasta ahora.
La historia de uno de los cárteles más sanguinarios de México se remonta a 2010.
El Mencho lo funda en Jalisco y lo convierte en el brazo armado del cartel de Sinaloa, en guerra entonces por el control del Golfo de México con Los Zetas, el grupo dirigido por exmilitares de élite y cuyas terroríficas mutilaciones dieron la vuelta al mundo. En septiembre de 2011, el emergente cartel dejó en una zona exclusiva de Boca del Río (Veracruz), en el corazón del territorio zeta, su carta de presentación: 35 cadáveres sobre el asfalto de la avenida de Ruiz Cortines.
La masacre les valió el apodo de matazetas. Y en 2015, tras un operativo fallido para detener al Mencho, derribaron un helicóptero militar con un lanzacohetes.
La organización del Mencho ha ido creciendo a la sombra de otras más conocidas como Sinaloa, Los Zetas o Los Caballeros Templarios.
Mientras las fuerzas de seguridad se centraban en romperles el espinazo a las grandes mafias durante la guerra de Felipe Calderón (2006-2012) contra el narco y que continuó Enrique Peña Nieto hasta 2018, el Cartel Jalisco Nueva Generación, relativamente joven, se iba apoderando, como un reptil de los nichos que abandonaban sus enemigos.
Hoy el cartel ha extendido sus tentáculos a prácticamente todo el territorio mexicano, excepto Sinaloa. Ese Estado al norte del país es el último bastión del cartel que lleva su nombre y que heredaron los hijos de Joaquín El Chapo Guzmán asociados con el fundador histórico, Ismael El Mayo Zambada, el único capo de la vieja guardia, con más de 40 años de trayectoria, que nunca ha sido detenido.
No hay un rincón en el país, menos el citado, en el que alguna célula criminal no se haya aliado con los del Mencho y presuman en sus ejecuciones de ser de Los cuatro letras, como también se les conoce.
Y esta importante expansión ha convertido a su grupo en el más poderoso. Y a él, en el capo más buscado, por el que la DEA aumentó en marzo la recompensa por su captura hasta los 10 millones de dólares (8,4 millones de euros).
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