Más de la mitad de los trabajadores en México se ocupan por menos de dos salarios mínimos, pero estos empleos de bajos ingresos son a los que más tienen acceso las mujeres. El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) muestra que siete de cada 10 trabajadoras en México se ocupan por menos de dos salarios mínimos, mientras en los hombres la proporción es seis de cada 10.
Sumado al rezago que ya existía en la inclusión laboral para las mujeres, la pandemia de Covid-19 implicó que salieran en mayor volumen del mercado de trabajo en México y dejó prácticamente sin cambios la brecha de género por ingresos laborales. Sólo en el empleo formal se observa que las mujeres ganan en promedio 54.1 pesos menos que los hombres.
Eso en todo el mercado laboral, ya sea que esté regulado o no. Pero sólo en el trabajo formal, que registra el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), se observa que en enero reciente las mujeres ganaban en promedio 12 por ciento menos que los hombres –es la brecha más corta en 20 años–, en el mismo mes del año pasado esta diferencia era de 12.7 por ciento.
Si bien el abismo entre las remuneraciones por género se redujo ligeramente en términos porcentuales, hubo un incremento en pesos. En enero del año pasado, los hombres inscritos a un empleo formal ganaban en promedio 416.4 pesos y las mujeres 363.5; una diferencia de 52.9 pesos. Para el mismo mes de 2021, estos indicadores fueron de 449.6 y 395.5 pesos, respectivamente, y la diferencia salarial de 54.1 pesos.
Eso por el lado del empleo formal, pero los datos del Inegi –que expresan de manera más amplia los ingresos laborales de la población, dado que abarcan empleo y actividades no reguladas– muestran que entre el primer trimestre del año pasado y el cuarto se amplió la presencia de los hombres frente a las mujeres en los rangos salariales más altos.
Un informe reciente del Banco Mundial exhibió que México no tiene una legislación que garantice salarios iguales para mujeres y hombres que realizan el mismo trabajo, tampoco hay condiciones similares para el cuidado de los hijos, ni tampoco se cuenta con esquemas que promuevan un acceso equitativo a pensiones.
Los datos no sólo evidencian la desigualdad de ingresos para mujeres y hombres, también dan cuenta de que en la mayoría de los grupos de edad se redujo la participación laboral de las mujeres frente a la de los hombres. En las personas registradas ante el IMSS, con una excepción en el rango de edad de 15 a 19 años, no hubo sector que en el reciente enero no decreciera respecto del mismo mes del año pasado.
Por el lado de la política encaminada a reducir estas desigualdades, los anexos estadísticos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público muestran que el gasto erogado en el programa transversal para la igualdad entre mujeres y hombres pasó de 45 mil 775 millones de pesos en 2018; a 100 mil 327 millones de pesos en diciembre de 2020, es decir, se duplicó.
Parte de ese crecimiento se atribuye a los programas sociales como Jóvenes Construyendo el Futuro, pero no todas estas políticas están encaminadas directamente a reducir las inequidades sociales y económicas de género. En la estructura hacendaria programas como la definición, conducción y supervisión de la política de comunicaciones y transportes o la coordinación de la política energética en electricidad se incluyen en la política de igualdad entre hombres y mujeres.