Brazos diminutos, cuatro toneladas de peso y gran carnívoro. Aunque pueda recordar al Tyrannosaurus rex, se trata de una nueva especie de dinosaurio encontrado en Argentina, el Meraxes gigas, cuyo nombre hace un guiño al autor de “Juego de Tronos”.
Hasta ahora, se ha hallado un solo ejemplar, pero muy completo y en muy buen estado de conservación, dijo a Efe Juan Ignacio Canale, del Museo Municipal Ernesto Bachmann en Villa El Chocón (Argentina) y líder del equipo que hizo el hallazgo que se publica en Current Biology.
El cráneo casi completo, aunque sin mandíbulas; diversas vértebras, entre ellas quince articuladas de la cola; ambas caderas, la cintura pectoral y la pélvica, así como los brazos y las patas casi completas.
Estos fósiles, hallados en la Patagonia argentina, dibujan el aspecto del Meraxes gigas, un dinosaurio del grupo de los carcarodontosáuridos que medía unos once metros de largo, pesaba más de cuatro toneladas, con dientes afilados y poderosas garras.
Los restos son de un ejemplar de unos 45 años, con un cráneo de casi 1,30 metros de largo decorado con crestas, surcos, protuberancias y pequeños cuernos (propios de un ejemplar adulto). Un gran carnívoro en la cúspide de la cadena trófica, como lo describe el paleontólogo del argentino Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet).
El hallazgo se produjo en 2012, cerca de Villa El Chocón, al sur de la provincia de Neuquén, en un lugar llamado Cañadón de las Campanas, donde ya se habían encontrado otros restos de dinosaurios. Los primeros restos hallados salían de la roca y “tuvimos que excavar bastante. Lo que estaba más profundamente enterrado tiene un estado de conservación muy, muy bueno”, agregó.
La especie Meraxes gigas desapareció hace unos 85 millones de años, a finales del Cretácico Superior, cuando se produjo un “pequeño evento de extinción no masiva” que también acabó con otros dinosaurios, “posiblemente por un cambio climático, aunque no estamos seguros”.
Aunque tenía unos brazos desproporcionadamente cortos, como el Tyrannosaurus Rex, “no hay una relación cercana de parentesco”; de hecho, el dinosaurio argentino se extinguió 20 millones de años antes de que el otro se convirtiera en especie y están muy alejados en el árbol evolutivo.
Sin embargo, Canale apuntó como “llamativo” que tiranosauridos, carcarodontosáuridos y abelisauridos desarrollaran, de forma independiente, una evolución que tendía a tamaños corporales muy grandes, “en algunos casos gigantescos”, brazos muy cortos y cabezas proporcionalmente muy grandes.
“No sabemos muy bien por qué se dio esta tendencia evolutiva”, aunque es probable que, en formas más primitivas, los brazos hubieran “cumplido un rol importante en la depredación”, pero con el tiempo estas funciones las habría realizado con la cabeza. De lo que Canale no duda es de que alguna función tenían, “no eran extremidades vestigiales”.
Aunque los brazos fueran cortos, sus huesos eran muy robustos; además, la escápula y el punto de inserción muscular estaban muy desarrollados. Eso significa que los brazos no se encogieron porque fueran inútiles, pero la cuestión más difícil es saber cuáles eran exactamente sus funciones.
Algunos investigadores -recordó- han sugerido que su uso pudo estar relacionado con comportamientos reproductivos, como sostenerse sobre la hembra durante el apareamiento, o para apoyarse al levantarse. En el nombre de Meraxes gigas suenan ecos de la saga de novelas Canción de Hielo y Fuego, cuya primera entrega fue Game of Thrones, y no es casual.
Canale propuso el nombre de este dragón de la ficción creada por el estadunidense George R.R. Martin y al resto del equipo le pareció bien. “Es un autor que me gusta mucho y me gustó cómo sonaba para un dinosaurio”.
El paleontólogo imagina que Meraxes gigas pudo haber sido tan fiero como se cree que pudo ser T. Rex. El depredador “top de su momento”, pero también “un carroñero si se presentaba la oportunidad”. Y considera que Meraxes gigas puede hacerse un hueco en el imaginario colectivo, como ya lo tiene Tyrannosaurus Rex.
Algo que esta empezando a suceder, en películas como Jurassic World, es que incluyen ejemplares como el giganotosaurus o el carnotaurus, encontrados también en Argentina, “y eso ayuda a que la gente los reconozca”.