De acuerdo con la UNESCO, el tráfico ilegal y el robo de arte aumentó desde el inicio de la pandemia por COVID-19. El cierre al público de museos, galerías y zonas arqueológicas para prevenir los contagios también provocó una reducción del personal de seguridad y vigilancia en esos espacios, lo que algunos delincuentes en todo el mundo aprovecharon.
Uno de los casos más conocidos, fue el robo de una pintura de Vincent van Gogh del museo Singer Laren en Ámsterdam, efectuado en 2002. La obra del afamado pintor holandés, con un valor estimado de entre 1 y 3 millones de dólares, era un préstamo del Museo Groninger, ubicado en la misma ciudad, por lo que el ilícito afectó a ambas instituciones.
En la Ciudad de México, a finales de 2020, se registró el asalto a una famosa galería en el que robaron piezas de artistas reconocidos como Leonora Carrington, Javier Martín y Chucho Reyes con un valor estimado de hasta $500 mil dólares.
Aunque los robos aumentaron, no son el único riesgo del cual el sector del arte debe proteger sus obras. En abril del año pasado, un almacén donde las galerías de mayor renombre en Brasil guardan sus piezas, sufrió un incendio en el que varias de ellas resultaron dañadas o se perdieron por completo.
Otro fenómeno que puede ocurrir en México -un país con alta frecuencia sísmica, y exposición a huracanes e inundaciones- es el daño de obras de arte a consecuencia de derrumbes, fisuras en la pared, o caídas y desprendimiento del lugar donde permanece en resguardo o en exhibición. Este tipo de riesgos deben ser evaluados por expertos en el tema.
El impacto de la pandemia por COVID-19 también representa una oportunidad para reflexionar sobre la importancia de proteger con seguros especializados las obras admiradas por todo el mundo, así como para apoyar esfuerzos en pro del arte contemporáneo como lo es Zona MACO.