Una comisión independiente a la que la Iglesia católica portuguesa encargó investigar las cuatro mil 415 violencias sexuales cometidas por el clérigo contra menores desde 1950 publicará este lunes sus conclusiones tras recabar cientos de testimonios.
El informe de la comisión será presentado a la prensa antes del mediodía y el presidente de la conferencia episcopal portuguesa, el obispo de Leiria-Fatima José Ornelas, tiene previsto reaccionar antes de que termine el día.
La comisión, integrada por seis expertos liderados desde hace más de un año por el pedopsiquiatra Pedro Strecht, recopiló 424 testimonios, aunque el número total de víctimas es «mucho mayor».
Los hechos denunciados revelaban «situaciones graves que persistieron durante décadas, que se hacen más evidentes cuanto más se retrocede en el tiempo y que, en algunos lugares, adquirieron proporciones verdaderamente endémicas», concluyó el equipo en octubre, durante un primer balance.
El reporte indicó que el 77 por ciento de los agresores eran sacerdotes, y otros eran personas vinculadas con instituciones eclesiásticas. Según el informe, 77 por ciento de las víctimas no reportó el abuso y solo cuatro por ciento acudió a la policía. La mayoría de los abusos ocurrieron cuando las víctimas comenzaban a ser adolescentes.
El 48 por ciento de los que declararon hablaban de los abusos por primera vez, indicó el texto. La mayoría de las supuestas víctimas eran varones y el 47 por ciento mujeres.
La mayoría de los crímenes denunciados han prescrito, pero unas veinte acusaciones fueron transmitidas a las autoridades judiciales, que abrieron investigaciones.
Es el caso de Alexandra, el segundo nombre de una mujer de 43 años que prefiere permanecer en el anonimato y fue violada por un sacerdote cuando se preparaba para la vida de monja a los 17 años.
«Es muy difícil hablar del tema en Portugal«, un país en el que el 80% de la población se define como católica, explica esta madre de familia, que trabaja como auxiliar de cocina.
«Llevaba muchos años guardando este secreto, pero sentía que era cada vez más difícil gestionar eso sola», cuenta durante una entrevista telefónica con la AFP.
Alexandra añade que se sintió «ignorada» porque tras denunciar a su agresor ante las autoridades eclesiásticas, solo mandaron una queja al Vaticano, que no ha respondido.
Tres años más tarde, los expertos de la comisión independiente ofrecieron escucharla y proporcionarle un apoyo psicológico.
En abril, el cardenal-patriarca de Lisboa y máximo prelado de la Iglesia portuguesa, Manuel Clemente, se declaró dispuesto a «reconocer los errores del pasado» y a «pedir perdón» a las víctimas.
Con información de AFP y AP.