Hace ya casi un mes que ocurrió la tragedia en la mina de El Pinabete, en Sabinas, Coahuila, y ahora un minero sobreviviente al accidente admitió que sabía que sus compañeros atrapados “se ahogaron desde el primer día“.
En entrevista para Milenio, Fernando Pompa, uno de los cinco trabajadores que lograron salir del pozo y salvar su vida, relató cómo fue su día aquel 3 de agosto y lo que pensó inmediatamente después de escapar del lugar que se inundó mientras se encontraban en el interior.
“Fue un día común y corriente, como cualquier otro día de trabajo. Bajamos y normal, trabajando, lo único extraño es que íbamos avanzando muy rápido, había poco de agua en los lugares, normal”, comentó Fernando.
Todo cambió repentinamente. Según reveló, de pronto escuchó el estruendo e inicialmente pensó que era una manguera o una llanta ponchada; sin embargo, se asustó al darse cuenta de que era mucho aire el que salía. Continuó con su camino hasta que “sale un compañero, ‘El Loco’ José Luis y me dice: ‘córrele, córrele, cabrón, un chingo de agua”.
Fernando Pompa comentó que al llegar a la plancha encontró a un compañero llamado Rogelio Moreno, quien le preguntó por su hijo José, a lo que él respondió que se encontraba abajo. “Salió a correr a buscar a su hijo en contra del agua. Ya no lo volví a ver, ni a mi compañero que me avisó. Ya jamás lo volví a ver”.
Ahora el reto era volver a la superficie que estaba a 60 metros, y aunque en varias ocasiones se quedó bajo el agua, su afán por ver a su familia lo hacía seguir su camino. “Tengo que volver a verlas”, expresó.
“Cuando salí, ya había un montón de compañeros del otro pozo enseguida, me sientan y me dicen: ‘Se ahogaron todos, güey, todos se ahogaron, cabrón. Ahora sí puedo decir, desde el primer día, pero por respeto, por la religión, por la fe, nos lo guardamos. Había una esperanza, que hubiera una burbuja de aire, pero muy en el fondo sabíamos que no“, comentó sobre la muerte del resto de sus compañeros.
A un mes del accidente, Fernando Pompa aún sufre secuelas psicológicas, tiene pesadillas y recurre a la iglesia para aliviar su dolor, pero con miedo o sin él tendrá que regresar a trabajar, pues en casa aún falta el dinero. Ahora va a laborar en la excavación del tajo junto a otros cuatro compañeros que lograron salir de El Pinabete y ver si pueden rescatar a alguno de los que están dentro de la mina.