China redujo la cantidad de partículas dañinas en el aire un 40% entre 2013 y 2020, según el informe presentado en junio por el Instituto de Política Energética (EPIC) de la Universidad de Chicago, que realiza mediciones satelitales.
Según reportó la BBC, este es el mayor descenso de polución en el ambiente en un país en un lapso tan corto.
En 2013, China registró un promedio de 52,4 microgramos (µg) por metro cúbico (m3) de partículas contaminantes PM2.5, diez veces más que el límite recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en la actualidad.
Ante la gravedad de la situación, el gobierno chino declaró la guerra a la polución del aire.
A finales de 2013 activó el Plan de Acción Nacional de Calidad del Aire para reducir la contaminación en un período de cuatro años con un generoso presupuesto de US$ 270.000 millones, a los que se sumaron otros US$ 120.000 del ayuntamiento de Pekín.
Ese plan fijó objetivos específicos para reducir la polución un 35% en los siguientes cuatro años. Para lograrlo, el gobierno prohibió la construcción de nuevas plantas de carbón en las ciudades y regiones más contaminadas y forzó a las existentes a reducir emisiones o cambiarse al gas natural.
Aunque el carbón sigue siendo la principal fuente de electricidad de China, ha pasado del 67,4% de la producción total en 2013 al 56,8% en 2020, según datos oficiales del país.
Para compensar la descarbonización, el gobierno chino también aumentó la generación de energía de fuentes renovables.
Lo hizo hasta el punto de que en 2017 las renovables representaron una cuarta parte del total de la generación eléctrica del país, superando incluso a Estados Unidos, donde la cuota fue del 18% ese mismo año.
Otra de las medidas fue reducir la capacidad de producción de hierro y acero en la industria: solo entre 2016 y 2017 rebajó 115 millones de toneladas. Y, por supuesto, puso en el punto de mira a los vehículos con motor de combustión.
En Pekín, Shanghai, Guangzhou y otras ciudades grandes se restringió la cantidad de automóviles en circulación con cuotas diarias y se limitó el número de matrículas nuevas cada año.
Aún falta mucho camino por recorrer, porque las principales ciudades chinas siguen teniendo altos niveles de contaminación, pero también son un ejemplo de cómo, con voluntad, puede haber resultados positivos para todos.